lunes, 3 de febrero de 2014

Hemos nacido para ver el sol, para sentir el viento.
Hemos crecido pensando en un futuro, pensando en un mañana.
Nuestras raíces poco a poco se enmarañaron en una piedra,
en una piedra que no grita, no siente, pero pesa.

Hemos olvidado todo lo que quisimos, y a veces ya no existen las fuerzas para seguir luchando. Hemos hablado un largo rato de todo aquello que nos molesta, hemos criticado tanto pero poco hacemos por seguir atajando. Quejandonos de un estupido triangulo, quejandonos para seguir igual de vagos.
Hay un niño dentro de ti, que sigue queriendo ver el sol, hay un fuerte olor a jazmin que trae el impulso para seguir.

El viento que nos hace libre nos lo quieren cortar a pedazos y a cachitos para no sentirlo mas, bajo el yugo y las esposas no me encuentro comoda. Bajo el lecho del señor, mas que llorar grito yo. Aire que nadie te puede quitar, aire que se instala en tus pulmones. Viento que roza tus sentidos mientras seguimos soplando en este camino.

Piedras que acumulamos, piedras que recogimos, piedras que todos llevamos en nuestro arrastre continuo. Es hora de dejarlas marchar, es hora de tirarlas al mar vaciar los bolsillos y más ligeros caminar.

No hay material absurdo que nos culmine la felicidad, no hay ni siquiera el dinero que nos calme nuestras ansias de amar.

Se han descolgado los cuadros que ocupaban las paredes, para dejar paso al maestro que venga a cubrirlos con diferentes verdades. De lo puro a lo absurdo acabamos siendo fieles.


Hemos nacido para sentir el sol acariciando nuestras pieles, hemos nacido para vivir como mortales. Hagamos de nuestro paseo uno lindo y agradable. No acumules mentiras ni medias verdades... Hablate sincero y sigue el sendero que culmine tu felicidad y no la de un humilde divan.

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